Polos Paralelos - Tigre
Los humedales, tierra de urbanizaciones
Muchas urbanizaciones cerradas están construidas sobre humedales. Pero, ¿qué pasa con estos ecosistemas?
Por: Eugenia Mato
A partir de los años 90, se empezó a consolidar la idea de los desarrollos urbanísticos alejados de la gran ciudad. En el municipio de Tigre, nacía el enorme “Nordelta” y otros barrios que se publicitaban con el llamado a la naturaleza, la exclusividad y la seguridad. Estos espacios constituyen su atractivo en promocionar un paraíso verde alrededor del agua. Sin embargo, un estudio de la Universidad Nacional de La Plata demuestra que la expansión de estos proyectos sobre humedales trae consecuencias para el ambiente.
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Los humedales son ecosistemas ocupados en forma permanente o semipermanente con agua. “Se comportan como reservorios de aguas y morigeran el impacto de las inundaciones”, explica Patricia Pintos, geógrafa y autora del estudio. Además, también funcionan como sumidores de dióxido de carbono.
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Ya han pasado más de 25 años desde la inauguración del primer barrio cerrado y, desde entonces, estos proyectos no han dejado de crecer. En tigre, el aumento poblacional de los últimos 10 años fue de más de un 17,95%, debido a la migración de la gran ciudad a un lugar más tranquilo, pero con todos los beneficios de una gran metrópoli.
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Los agentes inmobiliarios, por ende, deben satisfacer la demanda y construir cada vez más barrios. “Se los construye sobre territorio inundable por su bajo precio: a los agentes inmobiliarios les resulta conveniente, debido a los beneficios paisajísticos del lugar”, admite Pintos. Para construir un barrio, se eleva la cota con millones de metros cúbicos de tierra removidos de los propios humedales, que luego los countries ofrecen como lagos artificiales.
Además, agrega que estas transformaciones modifican el sistema de escurrimiento ya que se cambian las pendientes naturales del terreno. “Se generan conflictos con las poblaciones que están fuera de estas urbanizaciones porque reciben el agua propia del drenaje que no es absorbida por las urbanizaciones”. Estas elevaciones funcionan “como un tapón” que no permite que el agua fluya en una inundación. Se construyen terraplenes de hasta 8 metros para que el agua no pueda ingresar a estas urbanizaciones. Sin embargo, en épocas de crecida, el agua que no sigue su flujo natural termina por inundar a los barrios más humildes.
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Además, los humedales son ecosistemas que conforman un “paisaje pletórico de diversidad”. Con los desarrollos urbanos, cientos de especies pierden su hábitat natural y el ecosistema pierde su flujo natural. “Hubo una destrucción absoluta de las condiciones del suelo que implicaron la destrucción de la flora y fauna nativa, la incorporación de una flora exótica y, por lo tanto, la exclusión de esas especies que se han desarrollado desde tiempos pretéritos”, explica Pintos. Hace ya más de 2 años, hubo en Nordelta una reproducción excesiva de carpinchos y una falta de predadores que los ataquen. Es por eso que la urbanización está repleta de estos animales. Muchos vecinos piden que se los radique a diferentes organizaciones ecológicas, pero son los especialistas los que recomiendan la convivencia pacífica con ellos.
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Pintos, sin embargo, advierte que es posible una convivencia con el humedal sin destruirlo. “Es necesario contar con una Ley de humedales que habilitara a la producción de un inventario nacional de humedales y a toda una serie de políticas de ordenamiento ambiental y territorial de estos ecosistemas”, admite. Además, la geógrafa hace hincapié en pensar en un “desarrollo más armónico”, en el que se piense en las generaciones venideras.
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El impacto humano sobre la tierra existe, pero es necesario tomar medidas y respetar leyes para que el ecosistema no siga dañándose. Ya son varios los proyectos de Ley de Humedales que se debaten para encontrar un equilibrio entre la naturaleza, el hombre y sus necesidades.